domingo, 8 de julio de 2012

7 de julio, San Fermín... pero yo no.

Siempre que llegan estas fechas y la gente sabe que me crié en el País Vasco, me preguntan lo mismo "¿Corriste en San Fermín?". Yo me quedo pensando una respuesta adecuada. ¿Cómo le digo a mi ilusionado interlocutor que ni loca, ni en cien vidas, me pondría a correr de mañana temprano delante de unos cuantos toros de lidia bastante cabreados por una calle un tanto resbaladiza, de blanco y con un pañuelo rojo al cuello? Es que, a ver, haber nacido o haberse criado en un lugar, no quiere decir que somos un  tópico ambulante. (Veo que he utilizado la expresión "tópico o topicazo" en menos de 24 horas. Me parece que me da un poco de alergia esto de los conceptos precocinados).

San Fermín. Nunca fui. Nunca quise ir. Me parece atroz que suelten esos toros aterrados, y entonces violentos (ponte en el lugar del toro, de vivir como un rey en el campo, a tu antojo, a que te encierren en un cajón, te griten, te picaneen un poco y te suelten en un lugar extraño con miles de seres de dos patas que te quieren tocar... yo ensartaba más de tres...) y la gente un poco borracha, o no, recién duchados y con el periódico en la mano, se ponga a joderlos.

Me van a decir que el toro de lidia no existiría si no hubiera fiesta de los toros (convengamos que no habría industria del toro tampoco...¿no será eso lo que hace "pupa"?) Es verdad, sin la fiesta no hay toro de lidia. Pero no es que vayan a matar a todos los toros y vacas. Es que la raza terminaría mutando en otra cosa. ¿Por qué no dejarlos pastar tranquilos en las mesetas españolas como símbolos del país?

Es imponente el toro de lidia. Es hermoso. Bellísimo. Y sí, es nuestra estampa más for export. Entonces sigan criando, estilizando, mejorando el animal, y mostrémoslo, pero la segunda parte, la de la corrida (de toros) no me gusta.
En esto sí que puedo opinar. Soy española y puedo. (Esto viene a cuento porque cuando he opinado alguna cosa de Argentina, donde vivo, me han cerrado el pico con eso de que no soy argentina... bueh, tampoco soy sorda o ciega y llevo aquí 16 años, ¿cuándo te dan el permiso?)

A mi abuelo le gustaban los toros y las corridas. Yo veía en la tele algunas, me gustaba que saliera el rejoneador (en algunas corridas de rejones, con esos caballos maravillosos que me dejan sin aliento).

Me gustaba ver la explosión que causa el toro cuando sale a la plaza como una locomotora (aunque luego se queda un poco perplejo, como diciendo ¿qué coño...?

Entonces veía al torero, que desde lejos lo provocaba con esa pelvis encerradita en el pantalón multicolor... "Eh! toro, torooooo" y el toro iba, noble animal, a ver si con suerte ensartaba al osado pelele. Pero no sabía el toro que donde él pone nobleza, el torero pone arte, es verdad. Hay que tener cojones para andar chuleando a 500 kgs de músculo embravecido. Si el torero no calcula bien tiene pocas probabilidades de salir del problema.

Nos viene de los griegos, de los romanos (no me acuerdo ahora, probablemente de una mezcla evolutiva de las dos). Hasta ese momento me parecía un ritual lindo. Ahora, ya cuando entra el banderillero con esos arpones bestiales a clavar en el toro, no me hace gracia. "Hay que desangrar al toro, si no no se puede" decía mi abuelo. Yo "flipaba", como se dice en España. Pues vaya unas narices, así cualquiera. Me parecía una traición. Si tenes los cojones de entrar ahí con ese toro, defiéndete como puedas, o corre....

 Luego entraba el caballo del picador. Pobre caballo, aterrado, con los ojos vendados y una especie de acolchado que lo protege. Y arriba el "picaor", pica en ristra. "Eh! toro, toroo!" Y el toro que ya está mareado, furioso y escupiendo sangre, ve al tipo del caballo y no lo puede creer. Allá va, con la rabia que siente y le clava las astas al caballo en la panza y LO LEVANTA del suelo. Más de un caballo destripado en la arena cuando las protecciones no eran lo que son. Pero los relinchos espantados del caballo se escuchan. "Abuelo, que va a matar al caballooooooo", "Bueno, nena, pero son caballos viejos, ya iban para el matadero". Otra vez pasmada. Qué lindo todo. Para mí, que era capaz de esperar dos horas de pie hasta que me dejaran dar una vueltita a caballo (en los caballos de salto, ya contaré eso), lo de que ya iba para el matadero era un horror más en la fila.

Y ya, con el caballo ensartado, el picaor, arriba, con ese sombrero que parece un casco de la 2°Guerra Mundial con alerito, le mete la pica (lanza) al toro para que se desangre un poco más.
Así vuelve el toro al llamado del torero, que se siente más valiente, pero ya sin ganas, con unas carreritas como esperando que lo dejen en paz. Me rindo, debe pensar el toro, ahora que me dejen descansar. Y no, llegan más vueltas y revueltas y luego el remate. Una puñalada en la testuz que, bien dada, debiera terminar con la agonía del toro... pero muchas veces no se hace bien, y ahí queda, pataleando y mugiendo hasta que viene un especialista y lo termina.
Lo más asombroso es que la carne de ese toro muerto se vende en las carnicerías como pan caliente. Rabo y testículos incluidos (hay hábitos de comida españoles de los que tenemos que hablarrrrrrrr). Pero no lo entiendo, no puede haber peor carne que la de un animal que muere así, aterrado, estresado, dolorido. Carne dura y llena de adrenalina. Puaj!

Bueno, eso. Que no, que ni corro delante del toro, ni entiendo qué le hacen al toro por muy tradición que sea. Mira si en el circo romano siguieran teniendo leones y les echaran algún turista que no pagó una infracción, algún vagabundo o algún ratero, todos los domingos... para eso inventaron el fútbol los ingleses... para que la gente se entretuviera con cosas menos sangrientas (aunque visto lo visto... no sé ¿eh? porque veo cada fault...
Hala, hoy me ha salido torero el post. Son las 12.38. Hace frío y comienzo a tener hambre. Sigo con mi día. Te veo luego.

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