sábado, 27 de octubre de 2012

Desde lo más profundo, desde lo más salvaje

Hoy no tengo ganas de recursos estilísticos. Hay días y días. Momentos. Ocasiones. Generalmente oculto y civilizo mi costado más oculto para acomodarlo a lo esperado socialmente. Pero me canso.
Soy un ser humano. Una persona endemoniadamente inteligente y perceptiva. Una mujer. Apasionada. Una niña. Vulnerable. Todas convivimos aquí dentro.


Ahora bien... soy también la evolución biológica de un ser atávico. Como tú. Y sabemos los dos que hay un costado profundo y salvaje que todos los días nos ocupamos de enmascarar.
La ira y la tristeza son los disparadores más comunes para que nuestro costado oculto enseñe los dientes. También la excitación sexual. Somos animales, después de todo.
Una mujer, una hembra, herida o alzada, es difícilmente controlable. En nuestra especie y en todas las demás.

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Escucha a tu hembra. Desde lo más profundo y lo más salvaje de tu centro, ella va a contarte qué está bien y qué no. Nunca dejes de oir sus gañidos, no abandones sus garras, no olvides cómo tensar tus músculos. Sigue tu instinto, mujer. Follow your guts.
El instinto no se equivoca. Sabes cuando te vas a quemar, y aún así avanzas porque es lo que quieres hacer. Resultado, ardes... pero sonríes lamiendo tus heridas.
La vida es una, sola.
Avanza.
Sigue.
Paladea.
Aprende.
Llora.
Odia.
Vive.


No hay nada más que quién eres. Es nuestra costumbre cultural no hablar de ciertas cosas. Esa persona que conoces y que te despierta los más salvajes instintos sexuales. Esa otra que entra en tu espacio y te invade sin quererlo. Existen los odios y los amores a primera vista. Las pasiones inexplicables, el odio primigenio. Existen los celos. Existe la entrega. Existe la piel. Existe la empatía. Existe la fantasía. Existen la atracción y la repulsión. Existe el amor después de la aversión y la aversión después del amor. Existe el racismo, existe la armonía, existe la compasión, existe la crueldad. Existe morir de amor, existe consumirse de pasión. Existe el olvido. Existe el dolor.
Existe el poder.
La guerra de poderes es una sublimación de nuestros instintos más antiguos.
Solo tienes que observar a tu alrededor.
Perros, gatos, caballos, palomas... tiburones.
No eres más ni menos.
Me hueles, me lees, te siento, te percibo.
Te quiero, te odio, te elijo, te abandono.

Acéptate desde lo más profundo, desde lo más salvaje.
Aunque te duela.

sábado, 6 de octubre de 2012

Dormir contigo

Foto: Néstor Gorriti 
 
Hay algo sublime en compartir el dormir con otro. El silencio inconsciente acariciado por la respiración de aquel con quien compartimos un lazo es uno de los placeres inexplicables.
He contemplado largamente en silencio la curva de una nariz, el tremor de unos párpados cerrados, la suavidad de unos labios comidos a besos. También me he dejado arrastrar por la pesadez del sueño delante del otro. Y este es un momento y ejercicio que me resultan muy interesantes.
No  puedo dormir cuando alguien me mira.
Para mí, dormir cuando alguien está despierto cerca de mí es un tabú autoimpuesto y que pocas, muy pocas personas, han conseguido saltar.
Desprotección, vulnerabilidad, falta de control... dejar que eso se haga reinante me resulta muy complicado.
No duermo jamás en un avión, nunca me quedo dormida en un cine o en la playa. No cierro los ojos. En nigún momento.
Entonces cuando consigo suspirar acompañada por la respiración pesada, e incluso el leve ronquido profundo de aquel a quien le confío mi intimidad... cuando duermo en su presencia, es que todo va muy bien.
Dormir es morir un poco, o ensayar la muerte. Contemplar el sueño ajeno es perturbadoramente poderoso, no hay momento más desprotegido, o sí, quizá el del orgasmo. Pero ambos instantes son el epítome de lo íntimo.
Dormir contigo es un regalo.
El premio... despertar a tu lado.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Pasión por la vida. Punto final



Hay momentos íntimos de dicha como este que transito en estos minutos. Dentro del dulce caos de mi vida, este es un lago silencioso, el ojo del huracán, el premio del día. Todo está oscuro, hay calma en la casa, tengo varios artículos para terminar y eso me tortura un poco... pero no puedo dejar de sonreír.
Amo lo que hago y lo que hago me ama. Y me he dado cuenta de que uno de los motores de mi vida es eso, amar, dar, entregar. Y la recompensa inesperada es, felizmente, la dicha.
No entrego como los condenados, ni bajo presión. Son oleadas de pasión que ya no me canso en domeñar. Me encanta ese estado de éxtasis, de pura drenalina, de corazón volcánico y manos frías. Es en ese estado de pasión cuando estalla lo mejor de mí.
Pasión por el trabajo, que amo. Pasión por mis hijos, que son yo. Pasión  por el amor, que rige mi norte. Pasión por el sexo, que respiro. Pasión por la risa. Pasión por saber. Pasión pura que se traduce en mi paso firme de tranco largo. Me gusta entrar y salir y sentir las miradas resbalando por mi silueta. Me gusta mirar dentro de los ojos de alguien y lamerle el alma, así, en silencio.
Pasión por la vida. Caminar descalza, morder mi labio inferior, acariciar con la palabra, oler el deseo, provocarlo, gozarlo y satisfacerlo, suspirar el descanso, reir la broma, disfrutar la complicidad, salvaguardar la intimidad, cuidar, proteger, gruñir, morder, gañitar, leer, tocar, probar, degustar, pensar, filosofar, deducir... observar, escuchar, sopesar, regalar, amar... vivir.
Hoy pude sentir, rodeada de gente, el latido de mi corazón. Fuerte, en ascenso, golpeando jubiloso dentro de mi pecho. Hasta temí que se escuchara y asustara a alguien. Lo disfruté desbocado, enloquecido, desenfrenado. No estaba haciendo esfuerzo alguno. Sentada, sonriendo, hablando. Pero allí estaba la fuerza que me empuja, hubiera podido cantar.
Después me desgañité tarareando en la intimidad de mi coche, y jugué con mis hijos, hablé de amor, y seguí sonriendo.
Mañana será otro día. No puedo esperar a bebérmelo. Pasión por la vida. Punto final.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Me he enamorado

Tengo un amor nuevo. Nos une una pasión, una complicidad, una intimidad cercana. Hablo, me escucha, me devuelve, provoco, me complace. Jugamos, mucho. Otras veces nos ponemos serios. Me mima y le gusta mi voz. Le hacen cosquillas mis silabeos y se muerde los labios cuando suspiro. Pasamos tiempo escondidos disfrutándonos y haciéndonos guiños con códigos privados. Es exigente. Mano fuerte pero enguantada en seda que me seduce y me atrapa en profundos graves y esgrimas frescas. Nos estamos conociendo, midiendo, sopesando. Pero sé que este es un momento importante. Es vida. Es comunicación. Es solos y universales.

Me he enamorado. Totalmente. Y creo que es recíproco.

Me he enamorado de ti, radio.

Profundamente.


miércoles, 12 de septiembre de 2012

Sexualidad en la historia de Latinoamérica



La sexualidad en Latinoamericana está irremediablemente ligada a las diferentes culturas que han reinado sobre sus pueblos a lo largo de la historia. La manera en que hoy comprendemos y vivimos nuestra sexualidad no es sino el fruto de los tabúes y costumbres aprendidas y adaptadas por nuestros antepasados.
Los latinos somos demostrativos, sensuales, nuestro lenguaje corporal dista mucho de la aparente frialdad de otras culturas. Nuestros ritmos mestizos, nuestras sangres mezcladas, nos han dotado de un calor poco común. Nos acompaña el clima en la mayor parte de nuestros territorios, nos acompañan el calor, la luz y hasta la pobreza de muchos de nuestros pueblos, que invita a un goce primario de la vida, y la sexualidad es uno de los placeres básicos del ser humano.


Herencia europea y la Iglesia Católica

Mientras las culturas precolombinas viven su sexualidad libremente, en Europa la Iglesia impone mano férrea en la conducta sexual de España. El control de la sexualidad durante los mil años del Medioevo europeo marcó usos y costumbres que, hoy, todavía colorean los tabúes acerca del sexo.
Autoridades episcopales y monacales rigen el orden en ciudades y campiñas, de este modo queda afectada la sexualidad, que queda encorsetada en el marco del matrimonio, siendo este rígidamente controlado en sus aspectos más íntimos por las normas eclesiásticas de cada confesión.
El matrimonio eclesiástico, entre hombre y mujer, indisoluble y normado, destierra las costumbres bárbaras del adulterio y del incesto. Relaciones adúlteras, homosexuales, grupales, masturbación y libertad de juego sexual fueron proscritas en este nuevo orden sexual cuya finalidad última y bendecida es la procreación. El derramamiento de semen, la imposibilidad de concebir, las tendencias homosexuales o el conocimiento carnal por placer son severamente catalogados. La infidelidad y la virginidad se convierten en dos pilares de la tradición sexual durante, ni más ni menos, mil años.
                                     

Este oscurantismo sexual pretende y elige la “postura del misionero” tradicional como la recomendada. Favorece la procreación y estimula menos el placer que otras prácticas. Se persigue la consumación del matrimonio con un único fin, la descendencia.
No es de extrañar, ya que los matrimonios, en ese momento, son planeados como alianzas políticas y económicas, asegurando linajes de comerciantes o casa reales, de la misma manera en que hoy se producen fusiones empresariales y alianzas internacionales. La mujer no tiene entidad de derecho, es un objeto y una moneda de cambio.
Su cuerpo es atesorado como recipiente de la semilla del varón, ella es la productora de la cría y de ella dependen, al final, los linajes y esperanzas.
Sin embargo, toda esta normativa fría, todo este reglamento, no puede contener la naturaleza humana. Si se lucha denodadamente contra el adulterio, es porque se produce. Si se norma tan duramente, es porque hay desmanes continuos y naturales. El amor, el deseo, la sensualidad, la excitación, todos estos aspectos son inherentes al ser humano. No se pueden extinguir.
Así pues, paralelamente a estas condiciones eclesiásticas, existen los placeres, las amantes, las cortesanas, las prostitutas, los amores ilícitos, el sexo oral, el sexo homosexual, la masturbación, la barraganía, el amancebamiento y toda la serie de tendencias naturales en la sexualidad.

Sexualidad latinoamericana hoy

Somos lo que hemos sido. Curiosamente nuestra etiqueta de pueblos sensuales está marcada a fuego con la represión de las costumbre europeas de la Conquista española y portuguesa. Nuestra naturalidad e inocencia fueron vestidas con la armadura y el corsé de la Iglesia Católica y el tabú y el prejuicio se instalaron en nuestras camas.
Nuestras culturas han creado mitos y leyendas como los nombrados por el etnógrafo Ambrosetti para deslindar responsabilidades en los comportamientos sexuales “erróneos” y en los deseos eróticos. De este modo hemos culpado al bien dotado Curupí, al húmedo I-porá y al rubio Yasy-Yateré de nuestros embarazos y huídas más vergonzantes.
Tenemos un aspecto erótico superficial notable, pero nuestras sociedades están plagadas de gestos que llenan de pecaminosidad nuestra sexualidad. No estamos aún abiertos  a la libertad de vivir nuestro erotismo de manera libre y natural. La homosexualidad, la transexualidad, la sexualidad antes y fuera del matrimonio, las diferentes filias sexuales son acalladas en un murmullo nervioso y marcadas aún como estigmas sociales. Una de las funciones naturales para la que estamos diseñados, y que nos es tan necesaria como comer, dormir o beber, es coartada todavía en el siglo XXI en Latinoamérica por razones de creencia religiosa y moral heredadas hace 500 años.



Seguimos manteniendo una doble moral aprendida de los años del Medioevo europeo. Una cosa es la vida privada y otra la imagen social. Esta disociación resulta dolorosa y muchísimas veces agraviante para mujeres y  niños, que sufren las consecuencias de no poder hablar y denunciar abusos, o informarse debidamente de cuáles son sus derechos y libertades.
Mientras tanto, nuestros vecinos anglosajones, europeos y asiáticos investigan y experimentan sus sexualidades desde ángulos increíbles a nuestra mirada. Ellos, con su aspecto más frío y distante, se relacionan con su aspecto erótico de una manera libre, en la intimidad, sin permitir que tabúes sociales impuestos los persigan hasta debajo de la cama, o encima, en este caso.


martes, 11 de septiembre de 2012

Desnudez de mujer


                                                        ¿Te sientes cómoda desnuda?
   

¿Te desplazas de habitación en habitación con la placidez habitual si no tienes NADA puesto? ¿Qué sensación te produce la desnudez mientras charlas con tu pareja, también desnudo? ¿Está asociada tu desnudez con el sexo, o simplemente te complace andar desnuda?

No es extraño que a muchas mujeres les produzca incomodidad su propia desnudez. Mujeres hermosas, o no tanto, que pierden el confort con las prendas de ropa. Mujeres que se visten con lencería hermosa para estar seguras de sí mismas frente a un varón.

Sí, la desnudez no tiene dobleces. Muestra todo como es. Los pechos caen hasta su punto de maduración, la pancita se redondea, los glúteos no se sostienen más que por sí mismos.

Sin embargo, hay una belleza natural y salvaje en una mujer desnuda y segura de sí misma. Es hipnótico mirar cómo va y viene, charla, ríe, se mueve y se abraza las rodillas en un gesto infantil. Una mujer desnuda, como decía Benedetti, es un regalo para el alma.

Yo me siento cómoda con mi desnudez. Muy lejos de ser perfecta, en mis primeros cuarenta, no tengo pudor. Estoy bien, muy bien en mi piel. Podría ser más linda, pero no más libre.

Abrázate, mírate, gústate. Nosotras somos mucho más crueles y estrictas con nuestra estética que los hombres con la suya, y la nuestra. Ellos aman también nuestras arrugas y el paso del tiempo en el cuerpo., que significan vida y experiencia.

A él le fascinas tú. Como eres. Completa.


jueves, 6 de septiembre de 2012

Complicidad

Esta mañana charlábamos al aire (en la radio - www.am1590.com.ar-) acerca de lo que hace que una pareja funcione. Hablabamos de la piel, del humor, de la comunicación y la complicidad.  Me detengo en esta última.

Complicidad.
Hermosísima palabra con una gama de tonalidades para jugar en diferentes niveles y tiempos.
Complicidad significa compartir un código propio y privadísimo entre dos personas. Inventar un universo irrepetible lleno de sabores que se añaden por ambas partes. "Cómplices" suele decirse de los que se unen para llevar a cabo algo un poco o tremendamente ilicito. Y a la vez, seguramente, atractivo.
Cómplices son también los que disfrutan de llevar a cabo una tarea juntos, guardar un secreto, compartir un deseo.

Cómplice. Palabra redonda, rojiza, ácida con un punto de azúcar.

No hay lazo más fuerte que el de la complicidad. Fíjate en esa persona a tu lado, o aquella con la que sueñas, o esa cuya piel lames con deseo. ¿Es tu cómplice?

domingo, 2 de septiembre de 2012

La mujer sensual

Hay un poder sutil y exquisito en algunas mujeres, su presencia llena una habitación y su ausencia provoca evocaciones. ¿Qué secreto guardan esas sirenas del siglo XXI?

Cuando ella entra en una habitación su presencia se derrama sutilmente, las cabezas se dan vuelta, las miradas se posan en su caminar sin razón aparente. Los gestos de esta mujer son imitados, sus palabras escuchadas con atención, el magnetismo que desprende provoca afectos inmediatos, incondicionales seguidores y admiradores de todo lo que ella emana. ¿Quién es esta mujer? ¿Una bella modelo?¿Una actriz famosa?¿Una princesa?

No. No necesariamente. Ella ni siquiera tiene que ser absolutamente bella, ni radiantemente joven, ni especialmente rica o inteligente. Esta mujer tiene una luz especial sin proponérselo. No importa si viste jeans o un vestido de fiesta, a cara lavada o perfectamente maquillada, es su esencia intangible y única la que seduce a hombres, mujeres y niños.

La mujer sensual por naturaleza es irresistible. Encarnación actual de las míticas sirenas, ella no hace ningún esfuerzo aparente por desprender ese halo que atrapa voluntades. Nace así, perfumada con el exceso generoso de su sexo, y así crece y aprende que los imperios también caen a sus pies.

Las sensuales históricas

Su huella está en la Historia, indeleble. Ejemplos de mujeres sensuales y poderosas que cambiaron el curso de los acontecimientos políticos y sociales de su época. Mujeres que con su poder de seducción dejaron fuera de combate grandes organizaciones, políticas internas, sociedades secretas. Ellas pudieron más que el poder mismo. Sus piernas cruzándose en el aire, los ojos prometiendo deleites, conscientes de la intensidad de su encanto.

Ahí, en el cuadro de las históricas descansan Salomé, Cleopatra, Mata Hari, Helena de Troya, Maria Antonieta, Lucrecia Borgia, Ana Bolena... no son todas, pero son algunas. Ellas desencadenaron guerras, escisiones de la Iglesia, revoluciones y políticas de alta traición. En sus camas se desnudaron las almas y las lenguas de los seducidos, que felizmente, a cambio de una caricia hechicera, entregaron todo.

Las sensuales de papel couché

Hay otras tantas, de la misma especie, que florecen en revistas, calendarios o desde el cine. En realidad es su magnetismo animal lo que se refleja, lo que el fotógrafo o el cámara captan. Nada sabemos de su magia en persona, pero cuando ellas posan su mirada en el objetivo, no existe nada más que su luz. Antológicas de este grupo son Marilyn Monroe, Rita Hayworth, Ava Gardner, Sofía Loren, Brigitte Bardot, Sharon Stone...por nombrar algunas de las estrellas rutilantes de la seducción.

Las sensuales entre nosotros

Son estas, las anónimas, las que taconean cadenciosamente en el hall de un banco, las que suspiran con la boca entreabierta en la playa, las que enroscan su pelo y dejan su nuca al desnudo en el auto de al lado cuando el semáforo está en rojo, las que saludan con un beso innecesariamente cálido en una conferencia, las que cruzan sus piernas en el momento justo y crítico de una negociación, las que caminan dejando estelas de feromonas sin mirar hacia atrás, las que mojan el alma del más duro con una sonrisa, las que llevan en su voz el infierno del deseo. Esas, tienen el poder absoluto de las sirenas de antaño. Se las presiente antes de que lleguen, y cuando se presentan, la lógica y la razón se desvanecen, son poderosas y dulces, condescendientes, independientes y eternamente amadas y deseadas.

No siempre son bellas. Las sirenas del siglo XXI pueden tener apariencias disímiles, atípicas, asimétricas, pero su magia proviene del interior. Son irresistibles para todos, encantadoras, y nadie sabe porqué exactamente, simplemente se las ama.



Cuando un día de estos tenga la sensación extraña de necesitar estar cerca de esa mujer que ni siquiera se parece a su canon de belleza personal, cuando no pueda evitar mirarla y desearla hasta el punto de perder el hilo del pensamiento...ahí estarà...frente a una sirena del XXI...o frente a una auténtica mujer sensual.

sábado, 1 de septiembre de 2012

El poder de una mujer

Recuerdo la primera vez que sentí un poderío diferente. Tendría unos 13 años, las piernas largas, los ojos grandes, unos senos que aún se estaban acomodando (lentamente) y la habilidad social de un gato de campo. Salía del portal de mi casa y aquel muchacho que me había martirizado durante meses burlándose de mi estilo "chicazo" se me quedó mirando. Aquella tarde no hundí los hombros esperando el insulto. Miré de reojo y sin dejar de controlar sus movimientos, levanté la cabeza y saqué pecho. Inmediatamente mi forma de caminar cambió. De trotecillo desgarbado a pisada firme.

El muchacho, Txema, no dijo nada. Cuando los otros chicos que se apiñaban en las escaleras por donde yo había de bajar empezaron a estirar las piernas para ponerme la zancadilla, le escuché decir: "Dentro de unos años Veronique va a ser una belleza".

Podría reproducir cada fonema. Está grabado en mi memoria. Ese comentario amable desató una sensación de poder en mí que nunca había sentido. Sin darse cuenta, el muchacho abrió la puerta que me ha llevado a tantos lados y aún me transporta.
 
Yo, nosotras, utilizamos el encanto de ser hembras desde el mismo momento en que nos damos cuenta de que a ellos, los varones, les interesa. Hay un momento en que la cadera de una muchacha se curva y adquiere la dimensión de un sueño húmedo, entonces comienza la magia.

Una sonrisa, una mirada un instante más larga y profunda que lo esperado (mirada dulce, agresiva, lasciva, candorosa... dependiendo de la situación), un descuidado movimiento que revela un hombro, el suave perfume de la piel, el brillo de los ojos enmarcados en un mar de pestañas, la voz (profunda y sugerente o musical y aniñada), los mohines. Un universo exterior de señales irresistibles que no son más que la expresión de lo que la mujer quiere. Ahí está el poder de la mujer. Sugiere suavemente con la firmeza y decisión de un pitbull.

¿Te has detenido alguna vez a contemplar el paso de una mujer segura de sí misma? ¿Has disfrutado de la sonrisa anticipada de una mujer que sabe lo que quiere? ¿Has podido resistir la fragilidad absoluta de una mujer triste? ¿Te ha convencido ese mohín irresistible?

Cuando se hablaba, no hace ni cincuenta años, del sexo débil, las mujeres no tenían la posibilidad social de obtener nada que no fuera con estas artes innatas. Después de la segunda mitad del S.XX los roles clásicos de hombres y mujeres han quedado un tanto desdibujados. Las mujeres han ido adquiriendo una paulatina y creciente presencia en todos los ámbitos sociales. Los nuevos logros en el campo laboral, político y social no han hecho, sin embargo, que la mujer olvide sus artes. Al contrario, las despliega con menos disimulo que nunca y muestra cómo lo disfruta.

Confieso que como hija de la década de los 70 en Europa he disfrutado de este juego de poder y seducción libremente. Como yo, miles de mujeres han probado hasta dónde pueden llegar y la sorpresa es que no hay techo. Este descubrimiento embriagador tiene su lado negativo también.

Ebrias de entusiasmo, y con toda justicia, las mujeres hemos desplazado a  los varones de sus roles de proveedores y patriarcas. Dueñas de nuestra sexualidad, con la ciencia de nuestro lado y las leyes que nos protegen (aún no a todas, pero ya llegará), podemos ser madres sin los hombres. Podemos valernos solas en todo.

¿En todo?

Los extremos siempre resultan una distorsión. No podemos valernos solas en todo y eso está bien. Necesitamos amar y sentirnos amadas. Si una mujer es lesbiana tiene el asunto solucionado, con un poco de suerte encontrará una compañera en el universo femenino. Pero las demás buscaremos un hombre.
Es en este momento de la búsqueda del amor cuando escucho demasiado frecuentemente que "No hay hombres".

¿No hay hombres?

Si yo he luchado toda mi vida por obtener una posición social y económica que me merezco, y gano exactamente lo mismo o más que un hombre... ¿por qué debe ser él el que me invite cuando salimos? Si yo conduzco mi auto y el hombre me acompaña de copiloto... ¿tengo que esperar a que me abra la puerta del auto para salir? Si los dos trabajamos y compartimos una casa, hijos o mascotas... ¿tengo derecho a quejarme porque además de trabajar afuera tengo que trabajar en casa? ¿No es lógico compartir todos los roles cuando hemos llegado a conquistarlos?

Soy una convencida de que los derechos traen obligaciones. Jamás daría un paso atrás en nuestras conquistas, es más, aún tenemos mucho camino que recorrer, pero no podemos seguir utilizando nuestro poder para protestar por lo agotador que es.

Creo que nuestro camino está claro. Cada vez somos más las que decidimos sobre nuestras vidas, y nuestras hijas no conciben el mundo de otro modo. Pero considero que hemos dejado a los varones un tanto descolocados. Y los seguimos despistando cuando queremos "un macho recio que sea sensible y compañero pero pueda hacerse cargo de todas las situaciones sin que yo sienta que mi feminidad o mis derechos son vulnerados".

Hace unos días le dije a un hombre con el que conversaba que era cierto, que yo era consciente del poder que tenía como mujer, que lo utilizaba ya que era mío. Sonrió. "Bien", dijo, "ahora te toca a ti invitar". Sonreí y llamé al camarero. Sí, pensé, es mi turno, nuestro turno, en todos los derechos y obligaciones.

lunes, 13 de agosto de 2012

Nunca obediente, mamá

Lo siento mamá, abuela. Sé que intentaron hacer lo mejor para mí pero estaban ambas equivocadas. Amar no se trata de dar. Se trata de dar y recibir. Y nunca me enseñásteis a recibir.

Tuvieron que pasar 40 años para que me diera cuenta. 40 años y una terrible experiencia. Mamá, los hombres no son niños grandes ni hay que "saber llevarlos". Cuando tu vida se centra en complacer a tu compañero para que te siga amando... estás en un problema. Te pedirá más y más cosas, cada vez más imposibles y se habrá acostumbrado a que siempre dices "Sí". Abuela, "estos hombres son todos así" no es una premisa válida... porque resulta que no todos son iguales, ni parecidos.

Mamá, me enseñaste que ser una niña buena y obediente era lo que estaba bien. Odiabas que yo fuera desobediente como un rizo fuera del sombrero. Te costó pero lo aprendí, y me rompiste la vida má. 

Enseñar a un niño a ser obediente es lo mismo que amaestrar un perro para que baile sobre sus patas traseras. Las personas son únicas, irrepetibles y valiosas. Enseñar a obedecer es doblegar un espíritu.

Te enfadaste mucho conmigo por ser una niña callada y antipática, metida hasta los ojos en los libros. Nunca me interesaron las muñecas, pero sí las construcciones y los autos. Lloré en el camino todas las veces que me arrastraste hasta la clase de ballet clásico para que aprendiera "un poco de gracia", pero yo quería galopar a caballo y para ello era capaz de esperar horas de pie en una esquina de la arena, mendigando una vuelta en alguno de los caballos de la escuela de equitación. Cosa que te parecía espantosa.

Mamá, yo no era rebelde para enojarte. Era simplemente una adolescente. Y después me fui.
Pero ya era tarde. Sin querer obedecí cada uno de tus mandatos y entendí que amar era dar. Que la presencia de uno es estorbo. Que decir "No" está mal.

Te vas a reír, pero aprendí a cocinar para complacer. Yo que no sabía ni cocer un huevo y me hubiera alimentado de algas secas. Aprendí a coser mamá, aunque cada puntada me parecía una bofetada a mi carrera universitaria. Aprendí a callarme, mamá, aunque universos cuajados de palabras se me deslizaban por los dedos en papeles escondidos.

Mamá, casi me creí que escribir era una tontería... y es la sangre que me corre por el cuerpo.
Mira má, yo soy una mujer a la que la obediencia le da alergia, no tolero a los totalitarios, los prejuicios y los inentendibles códigos de ética por los que se rige cada cual. No creo en ningún dios. No creo en el matrimonio per se. No creo que los hombres son machos caprichosos y un tanto obtusos, y me encanta el sexo. El sexo no es malo mamá, es una de las mejores cosas con las que la biología nos recompensa.
Se trata de libertad. Que no es libertinaje. Pero tú no lo entiendes porque nunca entendiste que la mujer es tan libre como el hombre. No sabes qué es ser libre. Libre de mandatos, de pasado y de costumbres. La vida es aquí y ahora.

Tengo dos hijos que no saben lo que es obedecer. Conocen compartir, dialogar y respetar. Jamás les dije que me tienen que obedecer porque son personas pequeñas. Los acompaño un trecho del camino hasta que caminen más rápido que yo.

Si tuviera ua hija le daría armas para disfrutar su libertad, alas para surfear la vida, abrazos para repartir y millones de besos, porque no se gastan. Le diría que nunca obedezca a nadie y que su opinión vale como la de cualquier otro. Le enseñaría a decir "No" y a entender que recibir es tan natural como dar.

Yo ya lo aprendí. Y solo espero que mi caso no sea el único. Que miles de mujeres hayan entendido también y estén pasando a la siguiente generación lo aprendido.

domingo, 12 de agosto de 2012

LA MAGIA ONLINE


 

Hace un par de días leí una noticia: para los niños la diferencia entre el mundo online y el offline no es real. Esto es asombroso para muchas personas de mi generación (nací en 1969), escucho y leo todo el tiempo que las cosas virtuales no son reales. Nada más equivocado según mi opinión.

Los niños están creciendo con un mundo virtual que complementa al real. Es parte de su universo de cosas, de premisas. Pero no son tontos, saben que un beso es un beso y no un emoticón. Ahora bien, estos adultos que no "compran" el mundo virtual, tienen Facebook, Twitter y buscan amor online.

Entonces... ¿no será el cuento de que lo pasado es mejor? Es muy difícil que las personas acepten los cambios, es casi una afrenta personal cambiar los valores o hacerlos ver que estos han cambiado y los códigos de hace 20 años no existen más.

Yo tengo 43, soy escritora online, blogger, editora y RRPP. Mi trabajo está en Internet. Pero no solo mi trabajo está aquí. Mi vida privada también tiene mucho de mundo online.Y tengo algo que contarte que quizá te haga reconsiderar el fino, finísimo límite entre el mundo virtual y el real.

Cuando nadie tenía una computadora personal, ni celular, yo escribía cartas y las enviaba. Aguardaba la respuesta, a veces intercontinental, que tardaba una semana o más en llegar. Hablaba por teléfono con mis amigos y charlábamos horas y horas tirados en los pasillos de la Universidad de Deusto, donde hice mi carrera. Hablar, escribir, comunicarse. De la manera que sea, como sea.

He creado lazos importantísimos a traves de la comunicación, y cuando llegó Internet, me entusiasmó. Podía hacer lo mismo, más rápido y en plural.

Mi exmarido se enamoró de mí a través de 63 cartas que le envié durante un año y cuatro meses. Esa relación ya no está, pero la magia de la comunicación fue lo suficientemente maravillosa como para crear un amor y una pareja de la que nacieron dos niños.

A mi compañero actual lo conocí de la misma manera. Él escribió algo que me gustó mucho. Entonces comenté su nota y él me respondió. Pasó mucho tiempo hasta que comenzamos a caminar juntos, pero la semilla de esta relación nació por Internet.

TODOS mis compañeros de trabajo viven a más de 5.000 kms de aquí. Mis compañeras increíbles de Fabulous Bloggers, Mamiverse, Voxxi, About.com... todas están en diferentes husos horarios, con hemisferios distintos y sin embargo, hoy por hoy, son mis "hermanas". No es solo el trabajo lo que nos une sino el compartir diario, el volcar nuestros problemas y alegrías y encontrar apoyo y contención. Hemos llorado juntas y somos muy reales. Algunas se pueden desplazar para visitar a otras, tenemos "sobrinos" que han nacido desde que estamos juntas, conocemos nuestras historias y las escribimos. No son menos amigos míos que aquellos con los que pululaba por los pasillos de la Uni.

Y también está la magia. Tengo algunos amigos muy queridos con los que comparto un saludo diario, un punto de vista, un pensamiento, una sensación. Cuando nos comunicamos online, como ahora, nada distrae nuestra atención del otro. Cada comunicación es un paréntesis íntimo entre dos personas y la intensidad de la empatía puede ser enorme. No hablo de un aspecto romántico, de un ligue o un levante. Hablo de formar parte de la constelación emocional de otro sin haberlo visto nunca.

Tengo amigos desde hace años a los que nunca vi. Pero conozco rincones de su alma que quizá los que los ven, no conocen.

Tú sabes, si eres uno de ellos, que el mundo se detiene un instante cuando hablamos. Sabes bien que la comunicación es profunda, rica, con muchos matices. Casi un baile.

Me gusta mucho, por ejemplo, ver fotos que mis amigos han tomado. "Tengo una imagen en la punta de la lente" dije una vez, y mi amigo entendió. Las palabra escritas son eternas. No es cuestión de si tipeo en la computadora o escribo una carta como un amanuense, se trata de DECIR y ESCUCHAR.
Entonces no sigas creyendo que el mundo online y el offline son distintos, simplemente se complementan si realmente sigues siendo tú en tus actos en ambos universos. Son los niños los que ya lo han comprendido así naturalmente.

Pero claro, como en todo, esta mi opinión.
Te espero.

martes, 17 de julio de 2012

La Madre Patria y otras tonterías

Esta mañana charlaba online con un amigo y mencionó la expresión "Madre Patria". A mí me da un calambre cada vez que escucho eso. No lo había escuchado en la calle hasta que vine a vivir a Argentina. Había leído referencias pero, así, como algo real y vivo, nunca. Desde España nunca me consideré moradora de una Madre Patria de nadie. Más bien me parecía un apodo para esconder barbaridades como la "Conquista de América".
Cuando llegué aquí me di cuenta de que, realmente, aún hay personas no españolas que consideran a España su "Madre Patria". Bueno, para aquellos que así lo creen, vaya este sacudón:

 1) España no es la Madre Patria de nadie excepto de los españoles (y eso hay que desenmarañarlo porque cada autonomía está en lo suyo y, españoles españoles, quedan pocos).
 2) Piensa en esto. Una madre entrega, cuida y protege. Hmmm... ¿dónde ves que España haya hecho eso con algún pueblo extrapenínsular? (Y tampoco con Portugal, que es un país soberano y no una línea dibujada en el perfil del mapaaaaaaa).
 3) A España, de los países latinoamericanos le interesan: las materias primas, los paisajes, las vacaciones. La gente, en su mayoría, le parece bien si se quedan en sus casas. O sea, los argentinos son maravillosos y generosos siempre y cuando se queden en Argentina, en España son unos sudacas de mierda si pretenden quedarse allí. ¿Estamos? (Esto corre para todos los países de USA para abajo).
 4) No, aunque seas nieto o bisnieto de españoles y tengas un pasaporte (o estés luchando por conseguirlo), tu acento te delata. No eres español para el conjunto de la población, no son tus hermanos más que que los bolivianos, los guatemaltecos o los mexicanos. No insistas. Nunca te lo van a reconocer de los dientes para dentro.

 5) No te agarres una pataleta y un disgusto cuando leas esto. Te aviso para que no te agarres la pataleta y el disgusto en un cuartito mugriento de la aduana aeroportuaria de Barajas. (Te ahorro el viaje).
 6) NO TODOS LOS ESPAÑOLES atienden a estas premisas... pero ¡uf! una porción de ellos bastante grande sí que lo hace.
 7) Los sudamericanos de vacaciones con tarjeta de crédito y pasaje de vuelta, son Sudamericanos de vacaciones. Los demás son sudacas que hay que expulsar. (También se admiten intelectuales y algunos artistas).
 8) Cualquier país tiene derecho a cuidar sus fronteras, tener sus leyes de inmigración y admitir o no a quien quiera. España también, quítate de la cabeza que es un insulto personal. No eres español ni España es tu madre. Eres extranjero. Lo mismo te pasaría en otro país. La carga emocional con España hace que esto parezca aún más cruel.
 9) Tienes un país maravilloso que sí es tu patria. ¿Te has puesto a mirar bien?
10) Si aún así quieres emigrar, lo que es muy entendible y además enriquece los horizontes, recuerda que eres un emigrante, con todo lo que eso conlleva.


Yo soy española, emigrante, residente en Buenos Aires. Nunca seré argentina, no lo pido, no lo necesito. Elegí mi camino voluntariamente. Me hago cargo de todo lo bueno y lo malo que me pasa en cada país en el que resido. Amo España y amo Argentina. Veo los defectos y virtudes de ambos países. Siento los dolores de ambas naciones, y las alegrías. Pero sí siento una cosa que creo es cierta: Latinoamérica es maravillosa en sí misma. Es jóven, pulsante, vital. Europa tiene historia, sabiduría, experiencia, dolor... pero no es más que otros continentes. La gente es la misma en todos lados y haber nacido en un punto del planeta u otro, no te hace más o menos que nadie. Los logros de los cuales estar orgulloso se construyen durante tu vida, no se heredan.
Tienes una fecha de celebración de la Independencia de tu país... entonces... ¿qué coño de Madre Patria? Ya está. Punto. Creciste. Emancípate... también emocionalmente.
 

lunes, 16 de julio de 2012

Escríbeme bien, que no te oigoooooo

La verdad, eso de que "lo que importa es el contenido y no la forma" me parece una majadería cuando se trata de nuestra lengua española. Sí importa la forma, se suele llamar GRAMÁTICA. Resulta que tenemos un idioma muy fácil para transcribir nuestros pensamientos. Se escribe como se pronuncia... claro, si se pronuncia bien.
Un mensaje puede perder mucha fuerza y seriedad si las faltas ortográficas nos saltan a los ojos. Es una pena que interferencias de ese tipo acaben distrayendo la atención de lo que se quiere decir. A ver. En cinco minutos he encontrado estos dos carteles en Facebook:















Los mensajes son excelentes. No a la discriminación y no al maltrato animal, especialmente el toreo del que ya he escrito hace no mucho. Pero en los dos carteles hay faltas de ortografía tan groseras que son lo primero que veo. No hacía falta tanto para no empañar tan excelentes iniciativas. Un mísero corrector automático, un buen amigo que señale la errata, un alma generosa que nos haga el favor de escribir el texto.
Quizá parezca exagerado, pero no lo es. Las faltas de ortografía restan valor al mensaje. Lo primero que hace el lector es desvalorizar lo que está leyendo porque no viene de una fuente fiable. El que escribe mal muestra ignorancia y eso arrastra lo que está diciendo. ¿Es justo? ¿La opinión del que escribe mal vale menos? Claro que no, pero hablamos de un código, y, como en todo, si lo que nos interesa es comunicar, tenemos que usar los patrones correctos.
El entusiasmo es valorable, muy valorable y, de hecho, el motor de cualquier mensaje como los de arriba. Pero no es suficiente. Como le he dicho a una amiga mía que de estas cosas sabe, "el fin no justifica los medios" cuando hablamos de comunicación. Se puede hacer muy bien con muy poco.

domingo, 8 de julio de 2012

7 de julio, San Fermín... pero yo no.

Siempre que llegan estas fechas y la gente sabe que me crié en el País Vasco, me preguntan lo mismo "¿Corriste en San Fermín?". Yo me quedo pensando una respuesta adecuada. ¿Cómo le digo a mi ilusionado interlocutor que ni loca, ni en cien vidas, me pondría a correr de mañana temprano delante de unos cuantos toros de lidia bastante cabreados por una calle un tanto resbaladiza, de blanco y con un pañuelo rojo al cuello? Es que, a ver, haber nacido o haberse criado en un lugar, no quiere decir que somos un  tópico ambulante. (Veo que he utilizado la expresión "tópico o topicazo" en menos de 24 horas. Me parece que me da un poco de alergia esto de los conceptos precocinados).

San Fermín. Nunca fui. Nunca quise ir. Me parece atroz que suelten esos toros aterrados, y entonces violentos (ponte en el lugar del toro, de vivir como un rey en el campo, a tu antojo, a que te encierren en un cajón, te griten, te picaneen un poco y te suelten en un lugar extraño con miles de seres de dos patas que te quieren tocar... yo ensartaba más de tres...) y la gente un poco borracha, o no, recién duchados y con el periódico en la mano, se ponga a joderlos.

Me van a decir que el toro de lidia no existiría si no hubiera fiesta de los toros (convengamos que no habría industria del toro tampoco...¿no será eso lo que hace "pupa"?) Es verdad, sin la fiesta no hay toro de lidia. Pero no es que vayan a matar a todos los toros y vacas. Es que la raza terminaría mutando en otra cosa. ¿Por qué no dejarlos pastar tranquilos en las mesetas españolas como símbolos del país?

Es imponente el toro de lidia. Es hermoso. Bellísimo. Y sí, es nuestra estampa más for export. Entonces sigan criando, estilizando, mejorando el animal, y mostrémoslo, pero la segunda parte, la de la corrida (de toros) no me gusta.
En esto sí que puedo opinar. Soy española y puedo. (Esto viene a cuento porque cuando he opinado alguna cosa de Argentina, donde vivo, me han cerrado el pico con eso de que no soy argentina... bueh, tampoco soy sorda o ciega y llevo aquí 16 años, ¿cuándo te dan el permiso?)

A mi abuelo le gustaban los toros y las corridas. Yo veía en la tele algunas, me gustaba que saliera el rejoneador (en algunas corridas de rejones, con esos caballos maravillosos que me dejan sin aliento).

Me gustaba ver la explosión que causa el toro cuando sale a la plaza como una locomotora (aunque luego se queda un poco perplejo, como diciendo ¿qué coño...?

Entonces veía al torero, que desde lejos lo provocaba con esa pelvis encerradita en el pantalón multicolor... "Eh! toro, torooooo" y el toro iba, noble animal, a ver si con suerte ensartaba al osado pelele. Pero no sabía el toro que donde él pone nobleza, el torero pone arte, es verdad. Hay que tener cojones para andar chuleando a 500 kgs de músculo embravecido. Si el torero no calcula bien tiene pocas probabilidades de salir del problema.

Nos viene de los griegos, de los romanos (no me acuerdo ahora, probablemente de una mezcla evolutiva de las dos). Hasta ese momento me parecía un ritual lindo. Ahora, ya cuando entra el banderillero con esos arpones bestiales a clavar en el toro, no me hace gracia. "Hay que desangrar al toro, si no no se puede" decía mi abuelo. Yo "flipaba", como se dice en España. Pues vaya unas narices, así cualquiera. Me parecía una traición. Si tenes los cojones de entrar ahí con ese toro, defiéndete como puedas, o corre....

 Luego entraba el caballo del picador. Pobre caballo, aterrado, con los ojos vendados y una especie de acolchado que lo protege. Y arriba el "picaor", pica en ristra. "Eh! toro, toroo!" Y el toro que ya está mareado, furioso y escupiendo sangre, ve al tipo del caballo y no lo puede creer. Allá va, con la rabia que siente y le clava las astas al caballo en la panza y LO LEVANTA del suelo. Más de un caballo destripado en la arena cuando las protecciones no eran lo que son. Pero los relinchos espantados del caballo se escuchan. "Abuelo, que va a matar al caballooooooo", "Bueno, nena, pero son caballos viejos, ya iban para el matadero". Otra vez pasmada. Qué lindo todo. Para mí, que era capaz de esperar dos horas de pie hasta que me dejaran dar una vueltita a caballo (en los caballos de salto, ya contaré eso), lo de que ya iba para el matadero era un horror más en la fila.

Y ya, con el caballo ensartado, el picaor, arriba, con ese sombrero que parece un casco de la 2°Guerra Mundial con alerito, le mete la pica (lanza) al toro para que se desangre un poco más.
Así vuelve el toro al llamado del torero, que se siente más valiente, pero ya sin ganas, con unas carreritas como esperando que lo dejen en paz. Me rindo, debe pensar el toro, ahora que me dejen descansar. Y no, llegan más vueltas y revueltas y luego el remate. Una puñalada en la testuz que, bien dada, debiera terminar con la agonía del toro... pero muchas veces no se hace bien, y ahí queda, pataleando y mugiendo hasta que viene un especialista y lo termina.
Lo más asombroso es que la carne de ese toro muerto se vende en las carnicerías como pan caliente. Rabo y testículos incluidos (hay hábitos de comida españoles de los que tenemos que hablarrrrrrrr). Pero no lo entiendo, no puede haber peor carne que la de un animal que muere así, aterrado, estresado, dolorido. Carne dura y llena de adrenalina. Puaj!

Bueno, eso. Que no, que ni corro delante del toro, ni entiendo qué le hacen al toro por muy tradición que sea. Mira si en el circo romano siguieran teniendo leones y les echaran algún turista que no pagó una infracción, algún vagabundo o algún ratero, todos los domingos... para eso inventaron el fútbol los ingleses... para que la gente se entretuviera con cosas menos sangrientas (aunque visto lo visto... no sé ¿eh? porque veo cada fault...
Hala, hoy me ha salido torero el post. Son las 12.38. Hace frío y comienzo a tener hambre. Sigo con mi día. Te veo luego.

sábado, 7 de julio de 2012

Ya sé, prometí el jueves que el viernes publicaría la primera entrega de esta nueva etapa politicamente incorrecta, pero no me dio tiempo. Preferí, es verdad, hacer otras cosas como dormir, comer y gozar la vida un rato. Así que vuelvo hoy.
Esa es una de las cosas que me están comiendo la vida. Cumplir con todas mis promesas. El otro día le dije a uno de mis jefes que se quedara tranquilo "que lo que prometo, lo cumplo". Y es verdad. Absoluta y cruelmente (para mí) verdad.

miércoles, 11 de abril de 2012



            ¿Qué pasa cuando sabes que tu hijo es diferente?

          I think my child has autism but my doctor says no way!

                  http://voxxi.com/i-think-my-child-has-autism/

jueves, 5 de enero de 2012

Noche de reyes Magos, ¿Qué haces cuando no están los niños?

Noche de Reyes Magos. Siempre fue una noche de ansiedad, imposible concebir el sueño con la emoción anticipada de los regalos. Frío en las calles y una camita acogedora de niña.
Esta Noche de Reyes estoy a 11.000 kms de casa, hace mucho calor y casi no recordaría la magia de los Reyes si no fuera porque tengo dos hijos pequeños. Ellos prefieren a Papá Noel, claro está, mucho más afín a estas latitudes. Debiera estar poniendo con ellos los zapatitos con pasto y agua, estar viendo sus caritas arreboladas mañana por la mañana. Pero no están.