sábado, 17 de septiembre de 2011

Pérdida del embarazo por trombofilias



Se puede combatir con heparina, casi un milagro. Cuando una mujer desea tener un hijo y sufre la pérdida de dos o más embarazos, una de las causas más probables es que haya desarrollado trombofilias.
Hay un número muy elevado de mujeres que sufren abortos espontáneos antes de conseguir un embarazo a término. Si esta pérdida es única, sobre todo en primerizas, las causas serán, probablemente, de origen genético o natural, casi como un ensayo antes de la prueba definitiva. Pero hay casos donde este aborto se repite recurrentemente, es decir, uno tras otro sin nacimientos vivos intermedios.

La devastación psicológica es mayor que la física para la mujer, la frustración y la angustia se vuelven obsesión o miedo, algunas renuncian a seguir, muy justificadamente, otras se empeñan en conocer la causa. Para estas últimas los exámenes médicos, los tests, las pruebas... y finalmente, en algunos casos, el diagnóstico: trombifilias.

Síndrome Anti-Fosfolipídico (S.A.F.)

Dentro del grupo de las trombofilias, existen las que son adquiridas, y dentro de estas, el Síndrome Anti-Fosfolipídico (SAF) es uno de los más recientes descubrimientos de la obstetricia en este campo. Se trata, para hablar claramente, de una coagulación excesiva de la sangre (inhibidor lúpico positivo), que hace que la placenta no pueda suministrar al feto todo el oxígeno y nutrientes necesarios.


Los abortos espontáneos durante el primer trimestre son comunes, a veces hasta insospechados por la madre, que piensa en una menstruación abundante. Una vez descubierta la causa, se encontró un tratamiento bastante efectivo, superior al 75% de embarazos a término exitosos, la heparina inyectable.

Las inyecciones subcutáneas de esta sustancia, que a medida que el embarazo evoluciona van cambiando de dosificación, acompañadas de controles rigurosos con eco-doppler y ecografías, una buena alimentación y reposo suficiente, están dando excelentes resultados y los nacimientos de bebés no prematuros, con un peso cercano a los tres kilogramos, cada vez más normal.

El embarazo de alto riesgo

Los controles por parte del equipo obstétrico que atiende a la paciente son vitales porque estamos ante embarazos de alto riesgo. Análisis y estudios acompañan los nueve meses de gestación, pero para una mujer que sufrió abortos recurrentes, esta es la máxima felicidad.

No son todas madres primerizas que no pudieron concretar su sueño. Hay muchos casos de mujeres con uno o dos hijos nacidos sanos de forma normal y una serie de abortos que llevan al profesional a sospechar de esta condición. En efecto, puede haber estado esta trombofilia oculta, o puede haberse desarrollado más tarde, dejando a estas mujeres en un mar de dudas y desconsuelo hasta encontrar la causa.

Tampoco son todos los abortos en el primer trimestre. Abortos ochomesinos suceden también, devastando a la pareja que esperaba su bebè con todo preparado. La luz de esperanza está en el tratamiento adecuado y la posibilidad de volver a intentarlo.

Cesárea o parto natural

Generalmente se provoca una cesárea cuando el peso del bebé se considera suficiente como para un nacimiento y supervivencia exitosos. La madre habrá tenido también un tratamiento para la maduración de los pulmones del feto, de modo que, a partir de las 32 semanas, o antes si es necesario, se puede efectuar una cesárea.

Hay excepciones que llevan a un parto natural. Si la mujer ya tuvo un parto natural previo, y en este embarazo con SAF, el crecimiento y salud del feto permiten que llegue a la semana 37 o 38 de embarazo, la posición del bebé es adecuada y se prevee una dilatación rápida... el obstetra puede inducir el parto por un corto tiempo, con Pitocina.

Tiene que ser un efecto óptimo el de la inducción ya que no se puede correr ningún riesgo de sufrimiento fetal, sigue siendo un embarazo de alto riesgo. Puede haber, entonces, un parto natural como culminación de un embarazo con SAF, es una excepción, pero puede ser.

Casi un milagro de la medicina. Nunca bajar los brazos, esa es la conclusión de este artículo. El SAF es, hoy por hoy, un trastorno tratable, ya no es una imposibilidad absoluta para la maternidad, con el tratamiento adecuado el éxito, si no garantizado, es muy probable. Es, de hecho, una maravilla combinada entre la medicina y la naturaleza.


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